Muchas personas creen que el ayuno va acompañado de hambre insoportable. Es importante diferenciar entre los diferentes tipos de hambre. En nuestra sociedad de abundancia, casi solo conocemos la sensación incómoda de la caída rápida del nivel de insulina unas horas después de una comida rica en carbohidratos. Esto lleva a un hambre incontrolable y dolorosa, a menudo acompañada de mal humor.
Con nuestros hábitos alimenticios actuales, las reservas de insulina de nuestro cuerpo están casi siempre llenas. No es de extrañar que nuestro sistema reaccione tan intensamente a esta situación desconocida. También necesitamos "desacostumbrar" a nuestro cuerpo a esto.
Sin embargo, existe otro tipo de hambre, que se debe al agotamiento lento de las reservas de energía en el cuerpo. Nuestro cuerpo comienza suavemente a gestionar su energía y se calma. A menudo, esto lleva a una sensación especial de claridad mental y una mayor conciencia corporal. En lugar de sentir hambre desesperada, se experimenta un "deseo de comer" y el disfrute de la comida posterior al ayuno es especialmente grande. Esta es la hambre natural que tu cuerpo aprende de nuevo a través del ayuno intermitente.
Si te asalta un hambre abrumadora, comienza una actividad que disfrutes. Escucha música, sal a caminar o encuentra amigos. A veces, un vaso de agua también ayuda. Tu orgullo será aún mayor que el hambre cuando hayas aguantado.